Tras el largo verano, el invierno se acerca a los Siete Reinos. Lord Eddard Stark, señor de Invernalia, deja sus dominios para unirse a la corte del rey Robert Baratheon el Usurpador, hombre díscolo y otrora guerrero audaz cuyas mayores aficiones son comer, beber y engendrar bastardos. Eddard Stark desempeñará el cargo de Mano del Rey e intentará desentrañar una maraña de intrigas que pondrá en peligro su vida... y la de los suyos. En un mundo cuyas estaciones duran décadas y en el que retazos de una magia inmemorial y olvidada surgen en los rincones más sombrios y maravillosos, la traición y la lealtad, la compasión y la sed de venganza, el amor y el poder hacen del juego de tronos una poderosa trampa que atrapa en sus fauces a los personajes... y al lector.
Este universo es muy complejo pero fabuloso, es muy sólido, y presenta prácticamente todo lo que se necesita (sin dejar de ser realista): intrigas, romance, guerra, venganza, rebelión, masacres, bodas, batallas y tragedias.
Lo malo es que se narra a través de un gran número de personajes, lo que puede enredarte.
Como es un universo tan vasto y hay tantos personajes, al principio (presentando tantos arcos argumentales) se hace un poco pesado. Pero a medida que avanza va mejorando.